Entre Uceda y Torrelaguna

Santa María de la Varga

Uceda, villa del Jarama.

Uceda se encuentra muy próxima a Torrelaguna, tan solo 11 km por carretera, pero cae al otro lado del límite entre las comunidades autónomas de Madrid y Castilla La Mancha, que en ese lugar está definido por el curso del río Jarama.

Es decir, Uceda es pueblo de Castilla La Mancha, y más específicamente, pertenece a la provincia de Guadalajara.

El entorno de Uceda, al igual que el de Torremocha, Torrelaguna y muchos otros pueblos de esa zona, estuvo poblado desde muy temprano.

Existen evidencias de presencia humana ya durante el paleolítico, cien mil años atrás, en lugares muy cercanos; por ejemplo, en la cueva del Reguerillo, situada en el término municipal del vecino pueblo de Patones.

¿La vieja Uscelia romana?

El enclave que hoy ocupa la ciudad de Uceda ha estado permanentemente poblado desde, al menos, la época romana.

Tal vez se remonte su origen a un poblado celtíbero conquistado por el pretor Cayo Flaminio hacia el año 190 A.C., llamado luego “Uscelia” o “Vescelia” por los romanos.

De ser así, es posible que ya desde entonces (e incluso tal vez antes) el poblado estuviese fortificado, o al menos protegido por una cerca.

Colonizando el valle del alto Jarama

Durante la alta edad media, algunos pobladores de Uceda descendieron al valle que se extiende a los pies de la ciudad, cruzando el río Jarama (llamado “Xaramba” o “Saramba” en crónicas ya del Siglo XII), para aprovechar sus fértiles tierras y establecer allí algunos huertos, olivares, viñedos…

Tal habría sido el origen de varias aldeas vecinas, entre ellas Torrelaguna.

Es decir, en sus orígenes, en algún momento incierto del primer milenio de nuestra era, entre la época romana y la invasión musulmana, la zona donde hoy se asienta Torrelaguna era un suburbio hortícola de Uceda, con una población rural dispersa en hasta siete caseríos o barrios en ese valle del alto Jarama.

Desde el balcón del Jarama, recortado por barrancos arcillosos que la erosión ha excavado en la margen derecha del río, los antiguos pobladores de Uceda descendieron hacia el fértil valle, otrora boscoso, cultivando huertos, olivares y viñedos como los que aún hoy pueden observarse en la vecina Torremocha de Jarama.

Una larga edad media

Tras la conquista islámica de principios del Siglo VIII, los pobladores originalmente dispersos en una serie de barrios en torno a otras tantas parroquias o ermitas, se agruparon para mejor protegerse en el más importante de ellos, el de “la Magdalena”

La aldea propiamente dicha, conocida ya en sus orígenes como Torrelaguna, posiblemente surgió hacia el Siglo XII, en torno a una atalaya andalusí hoy desparecida, pero cuya existencia aún consta en un grabado de principios del Siglo XVII.

Siglos más tarde, en ese preciso lugar se levantaría la espléndida iglesia tardogótica que destaca en la villa de Torrelaguna, seguramente sobre otra mucho más humilde y primitiva.

Uceda islámica

Mucho más relevante que el de su vecina madrileña, fue el papel de Uceda durante la dominación musulmana.

Ya en el Siglo IX los hispanomusulmanes ampliaron considerablemente sus defensas, para controlar desde allí el valle del río Jarama.

Datan de esa época los restos del otrora inexpugnable castillo que, mil años atrás, perfilaba sus atalayas sobre los barrancos del Jarama.

La reconquista cristiana

Las primeras referencias documentadas que se conservan de la ciudad de Ucenda, en la Crónica Silense, remiten a mediados del Siglo XI.

Hacia el año 1060, el rey leonés Fernando I realizó incursiones contra la cercana Buitrago y, posiblemente, llegó también a ocupar en forma transitoria el castillo de Uceda.

Desde el Siglo IX la ciudad estaba integrada en el sistema defensivo de la Marca Media hispanomusulmana, frontera “caliente” entre los dominios cordobeses y cristianos hasta principios del Siglo XII.

Cuando, hacia el año 1031, se produzca el colapso interno del califato de Córdoba, Uceda quedará incorporada al reino taifa de Toledo.

Alfonso VI de Castilla reconquista todo el territorio de la taifa para la cristiandad, a partir del año 1085. A partir de ese momento, Uceda se convierte en uno de los puntos fuertes castellanos de la frontera bélica entre musulmanes y cristianos.

La villa castellana

Tras la conquista de Toledo y su territorio, Alfonso VI y sus inmediatos sucesores procedieron a fortificar, o ampliar las defensas ya existentes, en muchas de las nuevas poblaciones incorporadas a sus dominios.

En Uceda aún son visibles unos pocos restos de la, en su día, poderosa muralla medieval, que ciñó protectora a la villa por lo menos desde el Siglo XIII.

Algunos restos de la muralla medieval de Uceda, vistos desde la M128 (Calle de las Eras) al aproximarse a la ciudad, tras cruzar el río Jarama.

Una atalaya esquinera de la antigua muralla asoma en primer plano, a la derecha. Al fondo se divisa Torremocha de Jarama, ya en la provincia de Madrid, al otro lado del río Jarama.

Se accedía a la plaza por la muy citada, y hoy desgraciadamente desaparecida, Puerta Herrena, de origen islámico y planta hexagonal, a la que conducía desde el río la cuesta o camino de la Varga.

Considerado a menudo “calzada romana” y datándose a veces en el Siglo II A.C., lo cierto es que este camino se remonta, con seguridad, hasta la época medieval y tal vez a la etapa islámica.

Discurriendo entre el antiguo recinto amurallado y el castillo musulmán, la empinada senda bajaba desde la iglesia de Santa María de la Varga hasta la fuente de la Virgen de la Varga, ubicada junto al río.

El antiguo Camino o Cuesta de la Varga, visto desde las inmediaciones de la iglesia románica de Santa María de la Varga.

Cuatro siglos de prosperidad

Tras la reconquista cristiana, Uceda se convirtió en cabeza de una recién creada Comunidad de Villa y Tierra, extendiendo su dominio sobre las poblaciones de su alfoz.

Su Concejo respondía directamente ante el rey, sin intermediarios ni nobles interpuestos. Alfonso VIII le otorgó su primer fuero hacia el año 1200.

Hasta diecinueve aldeas de la zona, nada menos, quedaron bajo su jurisdicción, incluyendo entre ellas a Torrelaguna y a otras bastante más apartadas, como Valdemanco o Venturada.

De esta forma, Torrelaguna y otros poblados serranos de la región dependían directamente del Concejo de Uceda.

Bajo señorío episcopal

En el año 1249, Fernando III donó el señorío de Uceda a su hijo don Sancho, arzobispo de Toledo.

La villa pasó así a integrar los extensísimos dominios del arzobispado de Toledo, perdiendo su independencia realenga, aunque ello no acarreó su decadencia.

Por el contrario, la villa continuó siendo próspera hasta bien entrado el siglo XVI. Los arzobispos de Toledo otorgaron fueros beneficiosos, así como el privilegio de celebrar ferias.

En 1553 se inició la construcción de la nueva iglesia parroquial; por esa misma época el crecimiento de la población fue notable, extendiendo sus arrabales mucho más allá de la antigua cerca medieval.

Desde Toledo, por Uceda, rumbo a Somosierra

El cercano paso de Somosierra ha sido transitado, evidentemente, desde épocas remotas, ya que constituye uno de los puertos de montaña naturales del sistema central, el más oriental de la sierra de Guadarrama.

No sería, pues, de extrañar que hubiera existido una vía romana que discurriera por allí, replicando a su vez una senda de tránsito utilizada desde tiempos inmemoriales.

Hay quien asegura que algunos restos de esa misma calzada, o de otra conectada a ella por El Berrueco y por Buitrago, serían aún reconocibles en las inmediaciones de Uceda, habiendo dado origen a la medieval Cuesta de la Varga.

Un camino medieval

Se puede asegurar, en todo caso, que el camino por Uceda (al fin y al cabo, cabeza de su alfoz) cruzando por Somosierra, fue utilizado en la edad media para viajar entre Toledo y Burgos, por entonces la ciudad más importante del reino de Castilla.

El paso por Somosierra ya era bien conocido y transitado por los musulmanes, que lo llamaron “Fayy al-Sarrat” (“paso de la sierra”) Su antiguo nombre árabe se convirtió en el “Fozarach” cristiano, citado en algunos documentos del Siglo XII.

Recién en el Siglo XIV, cuando nace la aldea homónima, el paraje pasa a denominarse Somosierra (“por sobre la sierra”)

Por allí discurrió entonces el camino real de Madrid a Bayona, con varias ventas instaladas en este tramo y estando condicionado el tránsito por el paso, hasta el Siglo XIX, al pago correspondiente de portazgo.

Todos los caminos conducen a Santiago

Algunas investigaciones sugieren que Uceda habría sido, al menos durante los Siglos XII y XIII, un  punto importante en el Camino de Santiago que, viniendo por el sur, desde Toledo, se dirigía a Burgos.

Los peregrinos abandonarían Uceda por el Camino de la Varga y, tras vadear el río Jarama al pie de la villa, se encaminarían hacia el norte, pasando por Buitrago, para cruzar la sierra por Somosierra, a unos 1440 m de altitud.

Son en total unos cincuenta kilómetros de marcha, que tal vez insumirían al caminante un par de jornadas entre Uceda y Buitrago, y otras tantas hasta salvar el puerto.

Esta vía se uniría en Burgos con el Camino Francés, el itinerario jacobeo más importante y transitado, que venía desde Logroño y continuaba hacia León.

La Cuesta de la Varga desciende sinuosamente desde los restos de la antigua iglesia homónima hacia el boscoso cauce del río Jarama. A su lado, sobre la atalaya natural que avanza como un espolón hacia el río, se alzaba el antiguo castillo musulmán, cuyos restos de color terroso aún se adivinan en el promontorio.

Una joya románica

Asomando al balcón del Jarama y a extramuros de la villa medieval, se conservan en Uceda los restos de una magnífica iglesia románica de transición: Santa María de la Varga.

El apelativo de la patrona de la villa deriva, tal vez, de la voz celta o indoeuropea “berg”, con significado de altura, elevación o monte.

Otros investigadores opinan que remite a “balma”, es decir, concavidad o cueva somera al pie de un escarpe, de las que habrían existido hasta tres en el entorno de Uceda.

Restos de Santa María de la Varga,

Restos de Santa María de la Varga, iglesia románica de transición erigida a principios del Siglo XIII, hoy convertida en cementerio.

Santa María de la Varga fue construida a principios del Siglo XIII, tras la repoblación cristiana de estas tierras.

Ello probablemente  a instancias de don Rodrigo Jiménez de Rada, conspicuo arzobispo de Toledo (¡y muchas cosas más!) desde el año 1210 hasta su muerte, en 1247.

Como ya se comentó, diversos investigadores defienden que Uceda constituyó un hito importante en el Camino de Santiago que venía desde Toledo.

De ser así, indudablemente este hermoso templo constituiría un punto de referencia y devoción para los peregrinos que transitaban este camino.

Posiblemente edificada sobre una antigua mezquita, Santa María de la Varga se finaliza en el primer cuarto del Siglo XIII, seguramente por iniciativa del poderoso arzobispado de Toledo.

La portada sur de Santa María de la Varga, en arimez y levemente apuntada, tiene ocho arquivoltas lisas y de bocel sobre columnas rematadas en capiteles vegetales muy simples, donde se han representado hojas de acanto y roleos.

Ventana sur del ábside central, formada por dos arcos de medio punto que descansan sobre sendas parejas de columnas.

El actual cementerio de la villa ocupa el espacio de las tres naves del templo, hoy desparecidas.

La cabecera tripartita y las tres naves no conservadas, conferían a Santa María de la Varga una monumentalidad destacable entre los templos románicos tardíos. La sobriedad de su decoración y la nítida fábrica de sillares calizos son deudores de la estética cisterciense.

El arco interior del ábside central apoya sobre columnas cuyos capiteles se decoran con motivos vegetales, excepto el del lado del evangelio, en el que se aprecia un rostro humano entre dos figuras zoomorfas.

En la fachada occidental, a los pies de la iglesia, se abre una portada más sencilla y estrecha que la meridional. Sus tres arquivoltas apean en las jambas a través de una línea de imposta con molduras. Actualmente oficia de acceso al cementerio en que ha devenido Santa María de la Varga. 

Torrelaguna se independiza

Hacia fines del Siglo XIV, Torrelaguna había crecido lo suficiente como para lograr que el rey de entonces, Juan I de Castilla (segundo monarca de la dinastía Trastámara y bisabuelo de los reyes católicos, Isabel y Fernando) la declarara independiente de Uceda.

En efecto, en una cédula real o “albalá” del año 1390, Juan I concede a la hasta ese momento aldea de Uceda, su independencia municipal.

El monarca le otorga el título de villa y la autorización para celebrar una feria o mercado franco todos los lunes del año (tradición que se conserva hasta la actualidad)

Torrelaguna pasa entonces a tributar y depender directamente del poderoso arzobispado de Toledo; decisión aplaudida y promovida, seguramente, por los vecinos más influyentes de la nueva villa, en previo acuerdo con el arzobispo.

A cambio, los torrelagunenses debieron comprometerse ante el rey a completar y mejorar la muralla de su villa, cosa que se cumplió cabalmente.

Las perlas del collar

Lo mismo le ocurrió a Uceda, desde el siglo XIV en adelante, con las restantes aldeas y tierras que antaño habían dependido de ella.

Una a una, se fueron escindiendo de la antigua comunidad de villa y tierra, cual perlas de un collar roto …

A Torrelaguna siguió Valdenuño en 1577, El Cubillo en 1589…  finalmente Patones, en 1769.

A medida que su jurisdicción mermaba, también lo hacían su importancia y riqueza.

Últimos esplendores

Ta vez el canto de cisne de la villa, con el que cierra su época de mayor esplendor, sea la construcción de la magnífica iglesia nueva.

Destinada a sustituir el antiguo templo románico y consagrada igualmente a la patrona de la villa, Nuestra Señora de la Varga, su construcción se inicia en 1553. 

Las obras se prolongaron durante siglos (siempre con respaldo toledano, pero con varias pausas), finalizando recién en el año 1800, según reza una inscripción sobre la puerta del atrio meridional.

La elevada torre de la actual iglesia parroquial de Santa María de la Varga, erigida en la segunda mitad del Siglo XVI para sustituir a la antigua iglesia románica, destaca magnífica e inconfundible en el horizonte desde muchos kilómetros de distancia, cuando el viajero se aproxima a Uceda desde el valle del río Jarama.

Sobre el acceso occidental se encuentra un relieve que representa a la Santísima Virgen de la Varga, patrona de Uceda, flanqueada por dos escenas tradicionales de la villa: el capitán don Juan Vela de Bolea dando muerte a una enorme sierpe (cuyo esqueleto habría estado colgado por años en el interior del templo), y el devoto don Diego de Illescas, cautivo en Orán hacia 1460, cuyas cadenas son rotas milagrosamente por intercesión de la Virgen.

Una villa en venta

El declive de Uceda se agudiza en la segunda mitad del Siglo XVI.

En 1575 el rey Felipe II, con licencia del papa Gregorio XIII, vende la villa y sus tierras a don Diego Mejía de Ávila y Ovando, a quien nombra Conde de Ojeda.

Los vecinos se oponen a la decisión del monarca y logran, tras extensos y gravosos pleitos, recuperar la independencia de villa en 1593; sin embargo, las deudas generadas durante el proceso los obligan a poner ellos mismos la villa en venta, nuevamente, hacia el año 1609.

Al año siguiente Uceda es adquirida por el valido de Felipe III, Cristóbal Gómez de Sandoval, IV Duque de Lerma y, a partir de entonces, I Duque de Uceda.

El convento de San Francisco

Una de las primeras iniciativas del duque en su nuevo señorío, en 1610, fue fundar el convento de San Francisco, que se puso bajo advocación de San Buenaventura.

El convento dependió de la vecina iglesia parroquial de Santiago, de la cual no queda resto alguno.

El convento no sobrevivió a la desamortización impulsada por el ministro de hacienda Juan Álvarez Mendizábal en 1835. Entre las mínimas ruinas aún visibles, son de interés los restos del sistema de conducción de agua que abastecía a la comunidad del vital elemento.

Las casas del Paular

Es bien sabido que el monasterio cartujo de Santa María de El Paular fue predilecta de la casa Trastámara.

Siguiendo los deseos de su padre y predecesor, Enrique II, Juan I de Castilla dispuso su construcción en 1390, a orillas del río Lozoya, muy cerca de la actual localidad madrileña de Rascafría.

Una de las primeras donaciones que la nueva cartuja recibió del rey para su mantenimiento fueron, precisamente, las tercias reales de la región de Uceda.

En la villa no existió un convento cartujo, ni mucho menos, sino simplemente unas dependencias o “casas” del Paular (oficinas locales, se diría hoy) para la recaudación de tales tercias.

Las edificaciones que se conservan son del Siglo XVIII y actualmente alojan al Ayuntamiento y a una posada rural. Subsiste una notable bodega bajo bóveda de cañón fabricada con ladrillos.

Declives y desastres

Ya en el siglo XVII, y más acentuadamente a partir del XVIII, Uceda fue perdiendo población, en gran parte absorbida por el crecimiento imparable y desmesurado de la cercana Madrid.

La villa sufre, además, los avatares del desastroso siglo XIX y del no menos funesto medio siglo XX.

Irreparables fueron muchos de los los destrozos provocados durante la guerra de independencia por los ejércitos franceses, a los que mucho más tarde se sumarán los devenidos durante la guerra civil… desastres compartidos por muchos pueblos de la sierra norte madrileña: las cicatrices se ven hoy por todas partes.

Una resistencia más heroica que eficaz

Como apunte al margen, recordemos aquí que el ya mentado puerto de Somosierra, transitado durante milenios por un sinfín de viajeros, mercancías y peregrinos de norte a sur y de sur a norte, fue escenario en noviembre de 1808 de la terrible batalla recordada por su nombre.

Allí los galos, al mando del mismísimo Napoleón, forzaron el paso de sus huestes a pesar de las cuantiosísimas bajas infligidas por una porfiada, y a la postre ineficaz, resistencia española.

Intentaban los invasores lavar su honor afrentado meses antes en Bailén; de ahí que el propio Emperador se ocupara en persona, esta vez, de dirigir sus tropas.

No es de extrañar la furia destructora que desataron, en Uceda y en España, una vez superado el paso …

Uceda vista desde el norte, donde se aprecia el barranco que aseguraba su defensa natural, complementada con poderosas murallas y castillo. A sus pies, corre el hermoso río Jarama.

Un presente más amable

Luego de tantos sinsabores, al día de hoy Uceda es un pueblito bastante más pequeño que Torrelaguna que, sin embargo, ofrece valiosos atractivos tanto a los visitantes que hasta él se acercan, como a sus vecinos.

A sus pies, bajo la imponente atalaya natural sobre el que se alzan los restos de su antigua iglesia románica, hoy convertida en cementerio, discurre el río Jarama.

En sus orillas existen zonas de recreo, bosques, y huertas muy bonitas, algunas municipales con derecho a usufructo por parte de sus pobladores, algo que lamentablemente Torrelaguna y demás pueblos cercanos, no ofrecen a sus propios residentes.

Toda urbanita agobiado por el tumulto de una gran ciudad, harto de ruido y estrés, o deseoso de más tranquilidad y aire limpio, bien haría en regalarse una tarde de primavera para caminar las viejas sendas entre Uceda y Torrealguna.

Uceda en su contexto histórico.

Para seguir recorriendo los paisajes de esta historia…

Lupe Sanz Bueno. Historia de Uceda. La Autora. Madrid, 2016

Fundación Santa María La Real del Patrimonio Histórico. Enciclopedia del Románico. Uceda.

José Manuel Encinas Plaza. Románico y camino en la Sierra Norte de Madrid. SND Editores. Madrid, 2017.

Ángel Sánchez Crespo. 101 curiosidades de la historia de la Sierra de Guadarrama. Guadarramistas Editorial, 2015.

Biblioteca COAM. Arquitectura y Desarrollo Urbano. Comunidad de Madrid: BVCM004468. Arquitectura y Desarrollo Urbano. Zona Norte. Tomo IV. Uceda.

Historia y Paisaje: La iglesia parroquial de Torremocha

Historia y Paisaje: Atalayas en la sierra madrileña

Créditos

Texto e imágenes: mtvigueret, excepto:

Mapa de la provincia de Guadalajara en España:

Mapa de Uceda en Guadalajara: Digigalos, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/9a/Guadalajara_in_Spain.svg

Mapa de Uceda en Guadalajara: Digigalos, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/6f/Uceda_Guadalajara_-_Mapa_municipal.svg

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