Sigüenza es la primera ciudad a la que, recién nacido, visita el río Henares…
Es el mismo Henares que, tras recorrer de norte a sur la provincia de Guadalajara, riega tierras madrileñas y corre a los pies de Alcalá, la complutense, universitaria y cervantina, para luego casarse con el Jarama cerca de Arganda, y verter sus aguas entreveradas en el toledano Tajo que, ya portugués y dicho Taixo, encuentra al Atlántico en Lisboa.
El Henares es río medianamente luengo, al menos para los cánones hispanos, con sus 160 km de cabo a rabo, otrora recorridos entre abundantes campos de heno, es decir henares, que le dieron su nombre. Pero, la verdad sea dicha, en Sigüenza no merece llamarse río, que apenas arroyito nimio se muestra, eso sí, rápido y saltarín.
En realidad, el Henares apenzas roza a Sigüenza, discretamente, por detrás del caserío, dejando de una mano a la estación de trenes y de la otra al Monasterio de las Huertas, ni bien desciende de su natal Sierra Ministra, muy cerca de allí.
Y sin embargo, con ser tan joven y escuálido, se conoce que algún molino movió en el pasado (aún se conservan un par de arcos sobre el caz de piedra), al timepo que regaba los huertos de la antigua Segontia.
Los libros del Viajero
Ninfas y pastores del Henares. Bernardo González de Bobadilla, 1587. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. https://www.cervantesvirtual.com/obra/ninfas-y-pastores-de-henares–0/
La campiña del Henares. Antonio Herrera Casado. Aache, 2008.
Créditos
Texto e imágenes: HyP